EL SUBDEPARTAMENTO DE DIAGNÓSTICO 

Disponer en el departamento de mantenimiento de una organización dedicada exclusivamente al diagnóstico de los equipos e instalaciones permite que las tareas de mantenimiento a llevar a cabo no se decidan en torno a las recomendaciones de los fabricantes ni en torno a tareas sistemáticas que suponen en muchos casos la sustitución de determinados elementos de forma periódica, sino de una manera mucho más eficaz centrada en compensar la degradación que el tiempo y el uso provocan en los equipos. 

El diagnóstico de los equipos e instalaciones es la base de la estrategia de mantenimiento por condición según la cual los equipos se examinan por diferentes técnicas y a partir de este examen se decide si merece la pena intervenir o no en dicho equipo o instalación. El concepto de parada sistemática que se organiza en determinadas instalaciones de forma periódica para llevar a cabo multitud de sustituciones y trabajos sistemáticos, incluso el concepto de vida útil predecible de una pieza, dejan paso a un concepto más eficaz y económico: se interviene si merece la pena intervenir. “Si funciona no lo toques” es ahora un principio fundamental de mantenimiento, aunque este principio se complementa con un “...pero obsérvalo”.

TRIÁNGULO DEL DIAGNÓSTICO
Las técnicas para “observar” un equipo o instalación, esto es, para determinar si está funcionando como se espera de él o se está gestando algún tipo de falla detectable son muy variadas y van más allá de lo que tradicionalmente se han denominado.

LA GENERACIÓN DE INCIDENCIAS O HALLAZGOS
A través de las cuatro fuentes de diagnóstico (conductivo, inspecciones detalladas, análisis de datos en línea y mediciones con instrumentos fuera de línea) se detectan situaciones que se apartan de la normalidad, que estando dentro de la normalidad presentan cierta tendencia a empeorar o que están fuera de un rango aceptable.

Son cuatro fuentes en principio independientes, pero las situaciones de anormalidad deben reportarse a los analistas o técnicos del nivel 3. El reporte de una situación anormal se genera en algún soporte escrito, ya sea digital (preferiblemente) o papel, y pasa a denominarse hallazgo, anomalía, aviso o incidencia, siendo todos estos términos, a efectos de mantenimiento basado en condición, sinónimos. Los diferentes software, metodologías o sistemas de registro que utilizan diferentes empresas utilizan estos diferentes términos, pero todos ellos tienen el mismo significado.

Todos los hallazgos o incidencias generadas por las cuatro fuentes indicadas (rutas de operación, gamas de inspección, datos obtenidos con equipos de medición offline y análisis de datos on-line) deben ser en primer lugar verificados, para determinar que efectivamente se trata de una situación que puede provocar un fallo, un funcionamiento anormal, un siniestro o un evento no deseado. De este trabajo se encargan los analistas, buenos conocedores de la planta, de sus problemas y las consecuencias potenciales que la evolución del hallazgo puede provocar.

Con las incidencias registradas llevan a cabo tres tareas:

1. La verificación de la exactitud de cada una de las situaciones reportadas.
2. La integración de toda la información recibida por las diferentes fuentes, pues es posible que la misma incidencia por diferentes técnicas, siendo absurdo generar órdenes de trabajo diferentes para la corrección del mismo problema. Hay que tener en cuenta que un mismo problema puede detectarse por inspección visual, por vibraciones, por lectura de parámetros desde el sistema de control, etc.
3. La estimación de la gravedad del fallo potencial que puede provocar el hallazgo, teniendo en cuenta diversos aspectos, como la posibilidad de un accidente personal, una afectación negativa al medio ambiente, una posible para-da de producción, una afectación a la calidad del producto, un aumento de costes de producción, o un coste de reparación elevado. Todos estos factores deben ser analizados de forma conjunta para concluir si el fallo que puede llevar a producir o que ya se ha producido debe ser considerado grave, significativo o leve.

La estimación de la tendencia que presenta la evolución del fallo. Hay que tener en cuenta que un fallo que no evoluciona posiblemente no tenga importancia, y en cambio, una situación que evoluciona negativamente con rapidez, aún encontrándose en una situación no preocupante, puede requerir una intervención inmediata.

Con todo ello, el analista, que como se ha dicho es una personal fundamental en la organización del mantenimiento de una instalación, está en disposición de generar una orden de trabajo para mantenimiento y determinar su prioridad. Para ello debe analizar de forma conjunta, mediante una matriz adecuada, tanto la prioridad como la tendencia.

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