Determinación de fallos específicos y generales
Qué es un fallo
Un fallo es la incapacidad de un ítem para cumplir alguna de sus funciones. Por ello, si se realiza correctamente la fase anterior, la identificación de las funciones especificas y generales, es muy fácil determinar los fallos. Una fallo es pues la antifunción, la falta de cumplimiento de una especificación técnica o de una de sus funciones generales.
Así, analizando el sistema de aire comprimido de instrumentos perteneciente a los servicios generales de una planta de proceso, las especificaciones serán básicamente la presión de aire, el caudal de aire, el punto de rocío, y el contenido en aceite.
Un fallo funcional específico del sistema de aire comprimido puede ser:
Presión insuficiente de aire comprimido
Será un fallo funcional específico porque con presión insuficiente de aire es imposible que el sistema de aire comprimido pueda cumplir una de sus funciones específicas (proporcionar aire con una presión determinada). La planta probablemente parará o verá disminuida su capacidad por este motivo.
Los fallos generales (que no tienen por qué ser menos graves que los fallos principales) afectan tanto a sistemas como a subsistemas o equipos, aunque en mucho casos se prefiere asignar la mayoría de estos fallos generales a elementos situados en la parte alta de árbol jerárquico, como subsistemas, sistemas o incluso áreas. Un fallo general es aquel que, no impidiendo al sistema cumplir sus funciones específicas, supone un funcionamiento anormal de una parte de éste. Estos fallos suponen funcionamientos anormales que pueden suponer una degradación acelerada del equipo y acabar convirtiéndose en fallos específicos.
Tipos de fallos
Los fallos pueden clasificarse de acuerdo a muchos criterios. Los que interesan a RCM son dos: de acuerdo con el tipo de función y de acuerdo con la forma de perder la función.
De acuerdo con el tipo de función, los fallos pueden ser específicos, que son aquellos que están relacionados con una función específica, y generales, que son aquellos que son la antifunción de una función general.
De acuerdo con la forma de perder la función, existen tres formas de perder dicha función:
- Fallos totales, en los que la función se pierde totalmente. En el ejemplo anterior, referente a la función de suministrar aire comprimido a una presión determinada, el fallo sería el siguiente:
No suministrar aire a presión
Es decir, la función se pierde totalmente, no hay aire comprimido disponible.
- Fallos parciales, en los que la función no se pierde totalmente pero se sale fuera de rango indicado en la especificación. En el ejemplo anterior, una fallo parcial sería el siguiente:
No suministrar aire con la presión necesaria
O bien:
El sistema no suministra una presión de aire por debajo de la necesaria
- Fallo ocasional o intermitente: la función se pierde total o parcialmente de forma ocasional, para después volver a recuperar la función.
Siguiendo con el ejemplo anterior, el fallo podría ser:
No suministrar presión de forma continua y estable
O bien:
El sistema no suministra una presión de aire de forma continua y estable
Para cada posible fallo, sea funcional o sea general, hay que plantearse todas las posibilidades de fallo. Para cada especificación se vio que era posible tan solo una función; pero para función es posible que haya más de un fallo, ya que hay varias formas de perder la función y cada una de ellas puede tener modos de fallo distintos, gravedad diferente, e incluso una forma de manifestarse diferente. Conviene, pues, diferenciar las formas de fallar que pueden tener un ítem en relación a una función.